Carlos de
Foucauld aprendió la oración contemplativa desde un profundo e intenso estudio de
los evangelios; él pasó tiempo con Jesús en su Palabra; maravillado y admirado,
y luego imitaría acabadamente las prácticas de Jesús que encontró allí.
En el
silencio del desierto, el Hermano Carlos a menudo pasaba 5 horas cada día en
silencio, meditando ante el Santísimo Sacramento. En otras ocasiones, realizaba
prolongados y solitarios retiros en el desierto del Sahara.
Estas
experiencias de trato amante con el Señor, los guardaba en cuadernos en los que
registraba sus prácticas de oración y contemplación. Desde allí nos lega su “magisterio”:
- " Aprendamos de Jesús", escribió el Hermanito. Y a renglón
seguido nos enseña precisamente “el método” de ese aprendizaje: 'vigilar' e 'imitar', 'venir y ver'".
“Mirar, vigilar e imitarlo claramente”.
Jesús mismo
le y nos sugirió este método tan simple para lograr la unión con Él y como
camino de perfección para sus apóstoles. Las primeras palabras que les dijo en
las orillas del Jordán a Andrés y Juan cuándo se le acercaron fueron estas y no
otras: Vengan y vean.
"Ven": es decir, sígueme, ven conmigo, sigue mis
pasos; imítame, quédate conmigo, contémplame.
- “Toda la perfección se encuentra en la
presencia de Dios y en la imitación de Jesús”.
Es
perfectamente obvio que cualquiera que haga lo que Jesús hizo es perfecto. Así
que debemos dedicarnos de todo corazón a imitarlo (una tarea más dulce que la miel para el corazón amoroso, como una
necesidad urgente para el alma amorosa, una necesidad que se vuelve más
apremiante a medida que el amor se vuelve más ardiente) y observarlo a él, el Esposo buscador
(Una tarea no menos dulce ni
indispensable para amar).
Desde esa búsqueda apasionada de imitar al Bienamado
hermano y Señor nos describe los deseos de su corazón rudo y enamorado:
" Quien ama, se pierde y entierra en
contemplación de la persona amada". [Escritos Espirituales, pág. 152]
“Cuando uno ama,
anhela estar siempre en conversación con Aquel a quien ama, o al menos estar
siempre a su vista. La oración no es otra cosa. Esto es lo que la oración es:
relaciones íntimas con el Amado. Lo miras, le dices de tu amor, eres feliz a
sus pies, le dices que vivirás y morirás allí”. [Charles de Foucauld, Orbis books, pág. 92]
Mientras
buscaba en las Escrituras pistas sobre la experiencia de oración de Jesús, y descubrió
varias maneras que tenía el Sr. de dirigirse al Padre y sugirió que deberíamos
imitar su ejemplo.
Es decir
que la "contemplación, tranquila y silenciosa
adoración, lo que la transforma a la más elocuente de las oraciones; tibi
silentium laus [Silencio que alaba]. Esta clase de silenciosa adoración es la
que más confirma una declaración de amor apasionado; así como el amor,
expresado en admiración asombrosa, es el amor más ardiente ".
En
segundo lugar, Jesús a menudo expresaba acción de gracias y regocijo:
"Primero
por la gloria divina, por el hecho de que Dios es Dios, luego acción de gracias
por las gracias otorgadas al mundo y a todas las cosas creadas".
En tercer lugar, Jesús ora pidiendo perdón:
En tercer lugar, Jesús ora pidiendo perdón:
"Perdón
por todos los pecados cometidos contra Dios, perdón por quienes no lo piden, y no
expresan contrición y dolor por ver a Dios ofendido".
Finalmente, Jesús a menudo hacía peticiones para personas individuales y por todo el mundo.
Finalmente, Jesús a menudo hacía peticiones para personas individuales y por todo el mundo.
Extraído y traducido de: https://jesusinseattle.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario