Introducción
Quisiéramos proponer esta
reflexión sobre nuestra manera de orar, sobre todo en los momentos de oración
comunitaria; en efecto, hablando de este tema, tenemos la impresión de que en
general, no hemos encontrado un estilo de oración que corresponda a lo que
vivimos, siguiendo el modelo de Nazaret.
Es cierto que un aspecto heredado
de la "tradición foucauldiana" nos ha acostumbrado a dejar un espacio
importante al silencio como escucha meditativa, o como expresión privilegiada
de la adoración eucarística.
Y nos preguntamos si estos
aspectos dominantes no apagan otros aspectos, sin embargo, tan importantes en
una forma de vida (y por lo tanto en una forma de orar) como es vivir el modelo
de Nazaret.
También nos motiva a ello la
lectura del trabajo de J.Mª. Recondo que describe el recorrido de René
Voillaume en sus enseñanzas respecto a la oración.
No pretendemos más que una
reflexión sobre estas cuestiones que tienen importancia y que no pueden
simplemente considerarse como aspectos secundarios de la oración como si fueran
cuestiones de forma.
Hasta podemos pensar que este
aspecto ha podido desanimar a gente a sumarse a nosotros.
No se puede hablar en nombre de
toda la familia del Hº. Carlos; solo que nos hemos reunido tres personas
interesadas por el tema de la oración para llevar a cabo una reflexión
conjunta.
Somos conscientes de las diversas
sensibilidades dentro de la familia, y que no todos puedan sentirse
interpelados por los aspectos que estamos evocando.
Según esta impresión, usamos
estilos prestados a otros modelos de vida, como el monástico por ejemplo, con
esquemas litúrgicos y ritmos (laudes, vísperas, etc.), tipo de peticiones de
libro invariables, formulaciones litúrgicas hechas, uso de salmos que poco
tienen que ver con nuestras situaciones actuales, o salmos que expresan
actitudes y sentimientos hasta contrarios al mensaje evangélico.
Lo mismo se puede decir de la
Eucaristía, con sus partes y textos estereotipados que no nos atrevemos a
tocar; (muchas veces le toca al celebrante
"personalizar" la celebración y lo hace como puede, o no hace
nada!).
Y con la adoración eucarística que
poco cambió de expresión desde que empezó la corriente de espiritualidad que le
dio la expresión que conocemos.
Todo esto manifiesta una actitud
de pasividad frente a lo sagrado; la implicación entre lo que se ora y lo que
es la vida no se hace explícita; la vida de los presentes no llega a traducirse
en comunión, ni en celebración festiva.
Situar
lo que es Nazaret
Sería bueno preguntarnos porque no
hemos encontrado ni buscado un estilo propio de oración adaptado a lo que es
vivir Nazaret hoy.
Nazaret es vivir en solidaridad
con la gente pobre y corriente, como uno más, como un trabajador, un vecino,
uno más en el barrio, en el pueblo, y de esta situación es donde arranca
nuestra oración y ella nos conduce a la oración.
La expresión de esta oración
debería ser concreta como lo es la vida. No se puede orar volviendo las
espaldas a esta solidaridad concreta.
Dolores Aleixandre nos decía que
la oración debe partir del humus del cotidiano: "con su opacidad y sus conflictos, con sus amenazas y
contradicciones, con su brecha abierta también a una dimensión invisible pero
presentida".
Qué
clase de vida:
Vivir con la mirada consciente de
lo que se vive, vivir con los ojos abiertos para ver lo que nos rodea, vivir
las alegrías, y las esperanzas, estar atentos al sufrimiento y al dolor humano,
(porque es allí donde está el encuentro con Jesús, como lo vemos tantas veces
en el evangelio), y a sus causas, (a las que trabajamos para una liberación).
Algunas causas son naturales, como
la enfermedad o los accidentes, pero otros males tienen como causas la
injusticia, la desigualdad, procedentes de la dejadez de los políticos y muchas
veces del cinismo de sistemas económicos deliberadamente injustos que
benefician sólo a unos pocos, y que luego dejan tanta gente hundidos en las
cadenas de la pobreza y marginación.
La vida de Nazaret nos lleva a
toparnos con el sufrimiento que procede de la pobreza, o mejor dicho, de la
injusticia; y nos preguntamos qué tiene que ver Dios en este sufrimiento y qué
tiene que ver con nosotros este sufrimiento; necesitamos saber qué tenemos que
hacer frente a este tipo de sufrimiento: por una parte está la responsabilidad
nuestra frente a estas situaciones y luego está también la tarea de nuestra
oración de intercesión, en cuanto que es la causa de Dios la que está en juego
en estas situaciones.
En la oración de intercesión
pedimos a Dios algo que queremos que ocurra por ser un bien muy necesario,
absolutamente imprescindible, de cara a salvar la vida, algo que conocemos de
cerca, para alguien, para personas con nombre y rostro, todo lo contrario de la
generalización apática que no implica a nadie.
Es pedir a Dios ayuda, pedir algo
que nos supera, que supera nuestras fuerzas, pedir para que tengamos el valor
de levantarnos y para que nos impliquemos de la forma que realmente se
necesite.
Este sería el movimiento de la
solidaridad que se expresa en la oración de intercesión: un proceso de la
implicación de todos, del que puede un poco, del que puede más... etc. y de
Dios mismo.
Caminos
de oración nazarena:
José Mª. Recondo en "El camino de la oración en René
Voillaume”, recuerda muy bien cuál ha sido el camino recorrido por René
Voillaume, las fraternidades y muchas otras personas para llegar a afirmar que "... la contemplación pertenece a la
perfección de la vida cristiana a la cual todo bautizado ha sido llamado",
y así proponerla a todo el pueblo cristiano, liberándola de los espacios en los
cuales se había quedado encerrada y reservada. No habrán sido pocos los
argumentos presentados para decir que no era posible tal pretensión; le debemos
a J.Mª. Recondo el habernos recordado el camino recorrido.
¿Dónde estaba la novedad? ... "Lo que en el fondo hay aquí de nuevo,
es esto: tomar la vida humana tal como es y decirse: este destino humano con la
ley del trabajo- no ya el caso de personas que tienen espacios de ocio donde
pueden introducir largos tiempos de oración silenciosa y apacible, y mucha
lectura -, yo me refiero al destino del hombre sometido a la dura ley del
trabajo, con todas las consecuencias de su destino, en pleno mundo, en el
sentido más completo del termino; la vida de trabajo de cada hombre, como Jesús
en Nazaret, esta vida de trabajo va a ser materia de una autentica perfección,
y se va a infundir en ella un germen de vida de oración contemplativa"...
En la página 74-75, habla de los
pobres, de los trabajadores: "por lo
pronto, se padece el agotamiento con todas sus consecuencias... a esto se le
suma el hecho de hallarse sumergido, normalmente, en medio de preocupaciones,
sufrimientos, y en contacto con el pecado... el ser preso habitualmente de un
ritmo enervante, característico de la vida moderna... y a menudo, el tiempo
disponible es devorado por los demás... podemos preguntarnos en qué medida
existe, en medio de todo esto, un camino para la oración…". Y añade "no podemos pensar que Dios condene a
la masa de los pobres, a aquellos a los que ha preferido, a no unirse a Él en
el acto de amor de la oración en el deseo de encontrarle".
"Si
la pobreza esencial, es decir el despojamiento interior, es verdaderamente un
valor evangélico, si es un valor eminente que nos predispone para recibir a
Dios, si esto es cierto, es preciso decir que la vida de las pobres gentes,
(que sí están acostumbrados a que se les despoje de todo), no debe poner al
hombre en una situación desfavorable para la unión con Dios".
René Voillaume va dando
indicaciones, que piensa son acordes con la situación:
·
"Es preciso haberse determinado a orar, con la confianza de
saber que el Señor está al final del camino". René no habla de una oración
de consuelo, no de un camino fácil ni sensible ni de encuentro con Dios en cada
instante, sino que siempre se está en camino y que se va hacia Él.
·
"Avanzar derecho por el obscuro camino de la fe, al encuentro
del trabajo de Dios por encima de toda imagen, en medio de la noche...".
Mª Dolores Aleixandre dice: "Trata de hacer una ruptura en vertical para
situarte en tu centro mas profundo y desde ahí, abrirte a la presencia de Dios
y hacerte disponible para el..."... bajar en verticalidad...: ¿un
ejercicio propio de Nazaret?...en la vida de cada día...
·
establecer un ritmo de vida con tiempos de desierto:
· con la meta de permitir el control para saber si estamos o no
dominados por un engranaje material
·
para poner la mirada sobre nosotros mismos
·
permitir la reflexión sobre las realidades alcanzadas por la fe
para profundizarlas
·
insiste en que para aprender a orar, es preciso sencillamente
orar, orar mucho, y saber volver a comenzar a orar indefinidamente, sin
cansarse, aunque no percibamos ningún resultado aparente. "Si Jesús
insistió tanto acerca de la perseverancia fue, evidentemente porque sabía que
nos sería muy difícil".
No vamos a recorrer todo lo que va
describiendo J.Mª Recondo, pero sí que salta a la vista que con lo que
manifestó R. V. en sus escritos se trataba de un nuevo camino de contemplación
y una llamada a adentrarse en nuevos caminos con otras expresiones de esta
contemplación, indicando como medios privilegiados el seguimiento de Jesús,
paso a paso, muy directamente, por ser él camino de unión al Padre, y el llegar
a Jesús por la eucaristía, y la meditación del Evangelio, palabra de Dios y
misterio eucarístico.
Con el tiempo y el recorrido de
vida de las fraternidades, hay una experiencia que se va modelando, con todo el
enriquecimiento que han supuesto el acercamiento del estudio exegético que nos
ha acercado más a la persona de Jesús, a la situación histórica en la cual el
evangelio se ha formulado, y el impacto de su mensaje, y un conocimiento mayor
del "estilo" de Jesús.
No hay duda tampoco que los
interrogantes del hombre de hoy respecto a lo religioso (con la
secularización), a la fe y a la vida de fe, a sus compromisos en el mundo
actual, nos obligan, y nos invitan a mirar nuestro estilo de oración, para
cuestionarnos y ver lo que podríamos cambiar, modificar, intensificar, abriendo
caminos algo más creativos, y en consonancia con lo que es el modelo de vida
que llamamos Nazaret.
Lo que Mª Dolores nos comunicó en
la asamblea sobre la Eucaristía nos ha podido aportar elementos para cuestionar
nuestra manera de celebrarla, y nos ha indicado un camino y un estilo para
cuestionarnos.
Ramon Dubrez
21/01/04
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