La historia de su amistad con Francisco
Para el Papa Francisco era una “enfant terrible”, una manera irónica de definir su vocación, dado que desde hace 56 años se dedica a asistir a personas transgénero y prostitutas en Ostia, así como a artistas de circo. Un mundo que también le había dado a conocer a Francisco.
Mientras los cardenales y obispos pasaban delante
del féretro para el último adiós, ella se detuvo delante del féretro, entre
lágrimas por el Pontífice, con su mochila verde al hombro. Oró y lloró, y nadie
interrumpió su emoción. Ella permaneció allí, inmóvil, durante varios minutos.
Hermanita Genoveva, de 81 años, perteneciente
a la congregación de las Hermanitas de Jesús, fue una de las primeras personas
en llevar el homenaje al Papa expuesto en la Basílica de San Pedro. La historia
que la vincula a Francisco comienza mucho antes de su pontificado: la hermanita
es en realidad sobrina de Léonie Duquet , una de las religiosas francesas
secuestradas durante la dictadura en Argentina; esta fue secuestrada el 10 de
diciembre de 1977 y desapareció junto a su compañera
de comunidad Alice Dumon.
Todos los miércoles, Hta.Genoveva
llevaba a las audiencias generales grupos de homosexuales y transexuales,
muchos de los cuales vivian de la prostitución.
Durante la pandemia, junto Andrea Conocchia, párroco de la Bienaventurada Virgen María de Torvaianica, había pedido al limosnero del Papa, el cardenal Konrad Krajewski, que llevara ayuda a los trabajadores de los parques de atracciones y a la comunidad trans.
El 31 de julio de 2024, la hermanita
organizó la visita de Francisco al parque de atracciones de Ostia. Fue la
última vez que se vieron: en esa ocasión, el Papa bendijo una estatua en el
parque, que representaba a la “Virgen protectora de los espectáculos
itinerantes y del circo”.
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