sábado, 28 de marzo de 2015

Teresa y Carlos....

En el día de los 500 años del nacimiento de la Madre Teresa de Jesús, transcribimos un relato sobre la "relación de amistad entre Teresa y Carlos.


Santa Teresa de Jesús, forma parte de nuestra familia,  porque ella fue para el Hermanito Carlos una estrella polar en su camino de “sequela” (seguimiento) del «Bienamado hermano y Señor Jesús».
El Hermanito conoció las obras de la Santa en 1888, gracias al regalo que le hizo su prima Caterine de Flavigny. A él le gustó en primer lugar la “Vida” y luego las “Fundaciones”.
Marguerite Castillon du Perron, una apasionada biógrafa del “Marabut del Hoggar” escribió algunas páginas estupendas en donde describe el impacto que le produjo ese encuentro.
La cita de unas pocas líneas nos da ya una idea: «Teresa de Ávila ¿está viva o muerta? Pareciera que a Charles este detalle ya no interese. Dondequiera, en sus palabras como en sus notas, resulta la íntima relación que los une. En sus cartas y escritos aparecen frecuentemente citas o frases de ella. Apenas tiene un momento de tiempo libre vuelve a los escritos de Teresa, los medita y absorbe hasta el punto de encontrar, para expresar su amor hacia Cristo, fórmulas que suenan como frases citadas de memoria».
Las páginas sobre la relación espiritual entre de Foucauld y la “Santa Madre” están en el capítulo “Un monje obediente” que trata el periodo trascurrido con los Trapenses.
De hecho, durante el periodo en Nazaret, él no solo siguió leyendo Santa Teresa, añadiendo a San Juan de la Cruz, sino incluso copió varias páginas para las Clarisas que lo habían acogido. Teresa lo ayuda y lo acompaña también en el desierto. ¿Existe una explicación plausible para comprender tal sintonía? Si. Por el carácter, principalmente. Se trata de dos personas que no se rinden nunca cuando han tomado una decisión.
Dos personas con un gran corazón. Dos convertidos. Porque también Santa Teresa tuvo su “conversión” el día en que se detuvo a “mirar” en el jardín la imagen de Cristo en agonía y se enamoró de la humanidad del Hijo de Dios. Y es precisamente la Encarnación que hace convergir totalmente la teología espiritual de ambos, convirtiéndoles en dos almas gemelas.

Dos discípulos de Jesús de Nazaret y luego dos apóstoles, que nos donan historias tan diferentes y al mismo tiempo increíblemente semejantes.

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