En el día de los 500 años del nacimiento de la Madre Teresa de Jesús, transcribimos un relato sobre la "relación de amistad entre Teresa y Carlos.
Santa Teresa
de Jesús, forma parte de nuestra familia, porque ella fue para el Hermanito Carlos una
estrella polar en su camino de “sequela” (seguimiento) del «Bienamado hermano y
Señor Jesús».
El Hermanito
conoció las obras de la Santa en 1888, gracias al regalo que le hizo su prima
Caterine de Flavigny. A él le gustó en primer lugar la “Vida” y luego las
“Fundaciones”.
Marguerite
Castillon du Perron, una apasionada biógrafa del “Marabut del Hoggar” escribió
algunas páginas estupendas en donde describe el impacto que le produjo ese
encuentro.
La cita de unas
pocas líneas nos da ya una idea: «Teresa
de Ávila ¿está viva o muerta? Pareciera que a Charles este detalle ya no
interese. Dondequiera, en sus palabras como en sus notas, resulta la íntima
relación que los une. En sus cartas y escritos aparecen frecuentemente citas o
frases de ella. Apenas tiene un momento de tiempo libre vuelve a los escritos
de Teresa, los medita y absorbe hasta el punto de encontrar, para expresar su
amor hacia Cristo, fórmulas que suenan como frases citadas de memoria».
Las páginas
sobre la relación espiritual entre de Foucauld y la “Santa Madre” están en el
capítulo “Un monje obediente” que trata el periodo trascurrido con los
Trapenses.
De hecho,
durante el periodo en Nazaret, él no solo siguió leyendo Santa Teresa,
añadiendo a San Juan de la Cruz, sino incluso copió varias páginas para las
Clarisas que lo habían acogido. Teresa lo ayuda y lo acompaña también en el
desierto. ¿Existe una
explicación plausible para comprender tal sintonía? Si. Por el
carácter, principalmente. Se trata de dos personas que no se rinden nunca cuando
han tomado una decisión.
Dos personas
con un gran corazón. Dos
convertidos. Porque también Santa Teresa tuvo su “conversión” el día en que se
detuvo a “mirar” en el jardín la imagen de Cristo en agonía y se enamoró de la
humanidad del Hijo de Dios. Y es precisamente la Encarnación que hace convergir
totalmente la teología espiritual de ambos, convirtiéndoles en dos almas
gemelas.
Dos discípulos
de Jesús de Nazaret y luego dos apóstoles, que nos donan historias tan
diferentes y al mismo tiempo increíblemente semejantes.
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