domingo, 4 de noviembre de 2012

Un corazón solo de Dios y todo de todos....

Dos visiones acerca del gran corazón del Hermano Carlos, especialmente en su encuentro con las personas en quienes ve al mismo Jesús aquel que lo llamó y le regalo la visión de la Espiritualidad de Nazaret.
1.- La extraordinaria predilección de Dios por los pobres renueva su mirada y lo lleva a una vida totalmente contemplativa pero mezclada con todos, marcada por la acogida, la disponibilidad, el compartir fraterno con los mas desposeídos.
La acogida fraterna trastorna rápidamente el programa de vida de monje que se había trazado: "quiero acostumbrar a todos los habitantes del lugar, cristianos, musulmanes, judíos, no creyentes, a considerarme como su hermano, el hermano universal. Comienzan a llamar a la casa "la fraternidad" y esto es una alegría para mí...." (carta a Marie de Blondy, 7/1/1902)

2.- A la mentalidad de su tiempo, no le permite cuestionar el colonialismo como tal, pero cada vez que es testigo de injusticias, levanta fuertemente la voz.
Frante a la esclavitud hace lo que puede: logra comprar esclavos para devolverles la libertad. cuando toma conciencia de la complicidad de las autoridades francesas alerta a la opinión pública, durante 1902, escribe una carta tras otra.
La convicción de que Jesús está presente en el ser humano que sufre como lo está en la Eucaristía, transforma y unifica su vida. Es un mismo amor el que le hace pasar horas delante del Santísimo y que lo compromete con todos aquellos en quienes sufre y muere Jesús.

Tomado del libro: Orando con Carlos de Foucauld, Ágape libros.

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