domingo, 14 de octubre de 2012

El Marabut Cristiano....



Hno. Carlos de Jesús, el Morabito cristiano
Pese al monoteísmo islámico, el pueblo siempre buscó intermediarios entre lo divino y lo humano. Los «santones» son las personas especialmente gratas a Alá y protegidas por él, con la función de interceder ante Alá en favor de la comunidad islámica, intercesión tan beneficiosa, que si alguien maldice su memoria deviene hereje.
El marabut (al-marabit, morabito, «almorávide») es un campeón de la fe, una especie de santo, a veces ermitaño, buen conocedor del Corán, famoso por su profunda piedad, cuyo prestigio le lleva a ser consultado por los doctores de la ley y a ser tomado por árbitro y juez de la tribu o incluso de la región, levantándose a su muerte una tumba (también llamada marabut), adonde acuden en peregrinación. 
El poder del marabut, su baraka, sigue unida a ese lugar, y se espera que pueda producir milagros. Por eso, tanto los musulmanes estrictos como los reformistas, han luchado contra el marabutismo.
De todos modos, se trata de una cuestión muy difícil de erradicar, pues cada pueblo tiene su propia escuela coránica, así como su propio sabio que se sabe de memoria el Corán. Esos hombres religiosos del pueblo, ancianos con turbante, dan consejos a los habitantes. Con frecuencia, recitan el Corán o los hádices aun sin comprenderlos: el islam que ellos conocen no es el de los filósofos de la época abasida. 
Pero tampoco es eso lo que les pide el pueblo, el cual no quiere saber nada de un islam sabio y austero, sino un islam que hable a la imaginación y al corazón, que esté cargado de supersticiones y de folclore. 
Su poder es el del padre espiritual, más grande aúnque el poder del padre sobre su propio hijo.
Tumba del Hermano Carlos en El Golea
Considerado un santo, su cuerpo, después de la muerte, es colocado en un sepulcro abierto erigido sobre el suelo, como las demás construcciones, pero en medio de las calles y plazas de las ciudades populosas
Colocado dentro del único y pequeño recinto de la tumba (y muchos de estos sepulcros públicos de ladrillo y argamasa pueden verse hoy día en las calles y plazas de El Cairo), la devoción de los transeúntes mantiene una lámpara siempre encendida sobre la cabeza del santo
Las tumbas de algunos de estos marabuts son muy famosas por los milagros que se atribuyen a ellas.

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