jueves, 27 de febrero de 2020

NAZARETH COMO VOCACIÓN...



Para Carlos de Foucauld Nazareth es un carisma y una vocación. Es la contemplación del abajamiento de Dios, del hacerse hombre. 

(En este punto creo que una  visión teológica contemporánea no hablaría en sentido negativo, no es el empobrecimiento de Dios, es la plenitud del amor derramándose en el hombre. Desde nuestro punto de  vista  Dios se achica, se empobrece, es  kenosis, pero en Dios no hay arriba ni abajo, no hay más ni menos, solo es. y su ser es amor, ¿si intentamos tomar esta clave para nazareth como vocación?



“Dios pasa ignorado por la tierra, como un  viajero en la noche”
¿Qué hizo Jesús durante treinta años? ¿Que representó ese tiempo para El? Significó apertura a la palabra y a la voluntad de Dios. 
Significó silencio y retiro. 
Compromiso con el prójimo. 
Obediencia a la palabra y voluntad de Dios. 
Haciendo penitencia, haciendo el ordinario trabajo   manual y servil.
(Estas palabras siento que esconden la visión grecorromana del trabajo y por ende del hombre, los de arriba piensan meditan crean, los de abajo solo fuerza bruta y servicio. Esto ha creado una división  patológica en el hombre que la globalidad la expande, el anhelo de superioridad, de dominio. Quizás ninguna visión encarne mejor el pecado original que ésta, donde el hombre se estratifica y olvida su origen, donde juega a ser Dios en el marco fugaz de su muerte, luchando con ella obviándola, ocultándose en un juego de consumo y superficialidad.) 

¿Hoy Nazareth qué significa? 
Quizás sea hora de presentar al mundo la grandeza de cortar leña, de encender el fuego, de respirar.           
El milagro de amar y de depender del hermano.
Un  Dios con familia, José y Maria, un Dios con amigos y compañeros que tuvo el arduo viaje de la autoconciencia, del descubrirse, de deificarse.
El hermano Carlos amó profundamente a Jesús de Nazareth, lo imitó, y explica porque lo imita, como no emular a su amado, como no vivir como la familia de Nazareth dice: “es una especie de amor de niño; un niño pequeño subiendo una y otra vez a los brazos de su madre”
Decía también el hermano Carlos: “cuando estamos enamorados  de alguien queremos pasar el máximo tiempo posible con esa persona, en su compañía, en su intimidad, estando pensando, hablando con el  y tratando de ser como el.”
Así explica el hermano Carlos el valor de la adoración  y ese es  motivo por el cual toma nazareth y el permanecer  en el amor de Jesús como vocación, carisma y modo de vida.
Ahora bien, Dios decide hacerse hombre de un modo y manera que se torna significante por sí mismo. 
Ese acento nazareno hoy más que nunca se torna contradicción, lejos del templo, lejos del poder  en lo “pequeño”. (Como  si hubiese algo grande)
Gritar el evangelio con la vida, con una vida nazarena que encuentra su mejor resumen en la oración del abandono, es quizás el legado carismático de nuestra familia.

Vivir Nazareth, es compartir con los hombres el día a día, es hacernos profetas de la cotidianidad, es una invitación a la contemplación de la verdadera realidad y en ella del Dios escondido que pasa como viajero en la noche, Nazareth es el lugar de la vida ,  donde el tesoro es la mano que siembra, el vecino, el hermano, el solidum, que se entrega por mi, donde no soy extraño ni extranjero.
                                                

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