Para
recordar el paso enorme del Hermanito René entre nosotros que mejor que releer
las palabras que pronunció en su funeral Marc Hayet, Prior de los Hermanitos de
Jesús, el 17 de mayo de 2003, en la catedral de Aix-en-Provence, Marc fue un
cercano colaborador del Hto. René y su sucesor durante dos periodos al frente
del servicio con los Hermanitos de Jesús.
Hto. Rene Voillaume |
Adiós
a nuestro hermano René Voillaume
Estamos
reunidos hoy, para dar gracias; dar gracias por la vida que Dios nos da, y por
la vida de nuestro hermano y padre René Voillaume.
En
nombre de su familia y en nombre de nuestras diversas fraternidades, yo quiero
agradeceros a todos y cada uno de los que nos acompañáis, a los que están en
esta catedral, -algunos de los cuales han llegado de muy lejos-, y a todos y
todas los que hubieran deseado estar aquí y nos han enviado algún mensaje de
Fraternidad. Gracias, de verdad. Permitidme dos agradecimientos especiales. El
primero al Padre Claude Feidt, que nos acoge en su catedral. Es una relación
más con la diócesis de Aix a la que las fraternidades deben mucho; no olvidemos
que Mons. Provenchères fue uno de los más seguros y fieles apoyos y consejero
del P. Voillaume y de Hermanita Magdalena, y que también aquí en Aix fueron
fundadas las primeras fraternidades obreras de Hermanitos y Hermanitas de
Jesús. El segundo al pueblo de Cépie (que ha acogido al P. Voillaume durante 28
años; una delegación del mismo se encuentra hoy aquí, con nosotros, y para el
P. Despierre, obispo de Carcassone, que no ha podido venir, pero nos ha enviado
a su Vicario General. Gracias.
Evocar
durante unos pocos minutos la vida de una persona no es fácil; menos todavía si
se trata de la de René Voillaume. Por tanto, no revelaré sino algunos trazos
notorios de la misma, tras recordar algunas fechas.
El
P. Voillaume hubiera cumplido 98 años el próximo 19 de Julio. A los 16 anos, en
1921, la lectura de la vida del P. De Foucauld, de René Bazin, fue el comienzo
de una larga amistad con el Hermano Carlos. Poco antes, «un acontecimiento
secreto y totalmente interior», le había hecho comprender, —según sus propias
manifestaciones —que Cristo quería «que me consagrara totalmente a Él y a su
Eucaristía». Esta experiencia le condujo al sacerdocio, el 29 de Junio de 1929.
El
8 de Septiembre de 1933, en el Sagrado Corazón de Montmartre, tras años de
reflexión y preparación, René Voillaume y cuatro compañeros mas tomaron et
habito del Padre De Foucauld y fueron a instalarse en el oasis sahariano de
El-Abiodh-Sidi-Cheikh. De esta fraternidad nacerán !os hermanos de Jesús.
Fundador de una fuerte espiritualidad |
Este
encuentro iba a producir en el futuro frutos abundantes, por la relación que
mantuvieron ambos y su estrecha colaboración al servicio de la vida y del
desarrollo de las fraternidades.
A
finales de 1950 publicó En el corazón de las masas. Este libro subtitulado
"La vida religiosa de los Hermanitos del Padre De Foucauld", será el
que dé a conocer al P. Voillaume en la Iglesia de nuestro tiempo.
Cuando se piensa en la vida del P. Voillaume,
e! primer rasgo que se detecta es el de ser fundador. No solo por dar una
orientación, una estructura y una fuerte espiritualidad a los Hermanitos de
Jesús, sino que hizo lo propio con los Hermanitos y Hermanitas del Evangelio, y
se implicó fuertemente en el nacimiento de las Fraternidades Secular y
Sacerdotal, y en la de los institutos seculares. Sino que se sintió siempre,
hasta hace bien poco, dispuesto a ayudar a cada grupo que se inspiraba en la
vida y el mensaje de Carlos de Foucauld.
Ha
sido efectivamente fundador, pero ante todo y sobre todo disponiéndose a la
escucha del Espíritu Santo y dejándose guiar por ÉI. Y el Espíritu a partir de
una primera llamada para una vida contemplativa y misionera. le llevó a abrir
caminos nuevos para la vida religiosa y le llevó incluso más lejos de lo que
podía ver y prever en su momento. Como a todo fundador se le concedió estar, a
la vez, adelantado y en armonía a necesidades nuevas y a los movimientos
profundos que el Espíritu iba suscitando en la Iglesia. Por ello han sido
generaciones diversas las que se han reconocido en lo que se expresaba En el
corazón de las masas.
El,
que se consideraba tímido y poco comunicativo, recibió audacia y coraje, y una
especie de seguridad interior impresionante para cumplir su misión, recorrer el
mundo entero, y encontrarse con toda clase de personalidades. A menudo,
olvidamos que el que dirigía el naciente grupo de El-Abiodh, tenía 28 años y
una salud frágil...
Por
esta apertura al Espíritu, el P. Voillaume, ha sido en profundidad un hombre de
Iglesia. No en el sentido que se dice de un eclesiástico, o porque estuviera en
contacto con numerosos hombres de Iglesia, sino porque "sintió con la
Iglesia". Para alimentar su proyecto supo escuchar y dialogar con las
corrientes eclesiales más diversas: con las tradiciones del Carmelo y la
Cartuja, los militantes de la JOC y la misión obrera, Jacques Maritain,
Margarita Taride, obispos, otros religiosos..., la lista es larga^y muy
diversificada. Hay que mencionar también la especial relación que mantuvo con
la Iglesia de Argelia en su diálogo con los musulmanes, su gran apertura a las
Iglesias de Oriente y a sus diversas tradiciones, a su amistad con el Hermano
Roger y la comunidad de Taizé, etc.
El Hto. René, "sintió con la Iglesia" |
Si
se le hubiera pedido al P. Voillaume definirse a sí mismo en pocas palabras,
seguramente hubiera insistido en el hecho de que era sacerdote. A nosotros se
nos hacía difícil entender por qué ser sacerdote era tan importante para él.
Creo que estaba profundamente relacionado con la concepción de su vocación a la
vez contemplativa y misionera: no somos nosotros los que damos la vida al
mundo, es .Jesús quien la da. Él lo ha hecho entregando su vida en Nazaret, en
los caminos de Palestina y finalmente en la Cruz.
No se participa en la obra de
vida salvación de Jesús, sino entrando en la misma dinámica del don de sí
mismo. Para el P. Voillaume, ser sacerdote y celebrar la Eucaristía. era
ciertamente, y a la vez, unirse, reactualizándolo, al misterio de Jesús que se
entrega y ofrecer al mundo lo mejor, que no viene del mundo, y que es el
manantial mismo de la vida. Y era también renovar la ofrenda de la propia
existencia. En los últimos tiempos no podía celebrar, y ello le suponía un gran
sufrimiento. Una de las últimas veces que le visité, me dijo: «Hay una forma de
oración activa; y hay una forma pasiva en la que no hay otra casa que ofrecer
que las largas horas y la dependencia...», otra forma de darse.
No
hablaba mucho de sí mismo, ni de su vida personal Pero se adivinaba que era,
ante todo, un hombre de fe. Sin duda, a nivel de discurso y enseñanzas. Nos
lanzó a una vida en el corazón del mundo, donde las relaciones ocupan mucho
sitio; pero volvía a recordarnos con insistencia la dimensión de la fe que debe
abrir cualquier relación a un misterio que la supera.
Se
sentía sobre todo que la fe era para él un compromiso personal. No más fácil
para él que para nosotros, compromiso siempre cuestionado por la vida, y sobre
todo nunca terminado. A menudo expresó que veía actualmente las cosas con una
mirada nueva, que la ancianidad le hacía descubrir nuevas perspectivas, y que
tenía todavía cosas que descubrir. Su manera de comunicar era escribir, y
todavía hace pocas semanas nos decía: "Querría escribir algo sobre la fe».
Esta dimensión de la fe en continua búsqueda es e! punto en que lo sentimos más
cercano a cada uno de nosotros.
Hoy,
nos hemos quedado huérfanos. No como niños a quienes falta el apoyo paterno;
sino mas bien con paz, como hijos e hijas adultos que ven partir a su padre
tras una vida llena y no saben cómo expresarle su gratitud: "Gracias por
habernos lanzado a la aventura; gracias por habernos equipado para el camino;
gracias por habernos dejado marchar a nuestro ritmo, y habernos dejado
descubrir lo nuestro. Hazte cargo de nosotros ahora. y continua
ayudándonos".
Al
final de su último libro (escrito a los 95 años), René Voillaume escribía: «Al
punto en que he llegado en la vida, no puedo evitar sentir una sorpresa llena
de gratitud por la vida que Dios me ha dado y de confusión por tantas
infidelidades y errores cometidos. Me siento pequeño y en paz,, en el corazón
misericordioso de Jesús. Acabada mi vida y terminada mi misión, no tengo por qué
preguntarme por un futuro terrestre que ya no existe, sino anticipar otra
existencia en el Reino de Cristo». Ahora que se abre para él esta nueva
existencia, demos gracias juntos, y pidamos al Señor que le colme con su vida y
la gracia de su presencia.
Y
si os parece bien, me gustaría que asociáramos a nuestra acción de gracias a
otro hermano, el hermano Pablo Cheval, uno de los primeros hermanos del
Evangelio, y uno de sus primeros responsables, colaborador cercano de René
Voillaume, que ha alcanzado también la fraternidad del cielo, hace unos diez
días. Que juntos nos ayuden a permanecer en la alabanza del Señor.
Marc HAYET
Responsable
general de los Hermanitos de Jesús
Aix-en-Provence,
17 de mayo de 2003
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